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el día al día, sí estaba presente. No asistió jamás a ningún consejo de admi-
nistración. Ella no necesitaba consejos de administración porque mandaba
muchísimo y yo reunía a mis hermanas para informarles de la marcha del
negocio. Cuando murió mi madre yo pasé a la presidencia y mis hermanas
siempre han estado a mi lado: yo decía blanco y ellas decían blanco, yo de-
cía negro y ellas decían negro. No hemos tenido ningún problema. Siempre
ha existido una confianza absoluta. Mis hermanas preguntaban con humor:
“¿Nos pagarás dividendo este año?”. Luego han venido dos sobrinos y por
ahora funcionan bien.
Intenté introducir un protocolo y fracasé. Ahora tengo de nuevo encima
de la mesa otra vez un protocolo porque quizás conviene volver a estudiar
este asunto, porque ya nos encontramos que algunos miembros de la familia
no van a encontrar trabajo y tendrán que venir aquí a la casa madre. Creo
que es bueno poner orden en estos temas, aprovechar las normas internas,
que estaban ahí, y ponerlas al día. De momento, hay 12 primos que han con-
vivido mucho y muy bien.
El primer ejecutivo del grupo es ahora Pere Ferrer Noguer, hijo de Josep y de
Gloria, que fue quien lanzó las bodegas de Sonoma (California). El grupo obtie-
ne casi la mitad de sus ingresos en el mercado español. El resto procede del exte-
rior. Josep Ferrer se ha propuesto restaurar las masías familiares. Los proyectos
se los encarga a Josep Lluís Bonet Pastor, arquitecto, hijo del actual presidente
de Freixenet, Josep Lluís Bonet Ferrer. Ahora trabaja en la Casa Sala, donde
nació el grupo, en San Quintín.
También he restaurado Casa Sala, la masía familiar de los Sala. La he recu-
perado como una cava súper artesana. El vino se mueve por gravedad, no
hay bombas para mover el líquido ni maquinaria, salvo la de las etiquetas. La
prensa de uva es la que compró mi padre en Francia en 1905.
Ferrer lamenta que la imagen del cava frente al champán no haya mejorado mu-
cho con el paso de los años. Es consciente de que hay champanes buenos, malos y
mucho peores, a los que supera un buen cava.
Esa es la realidad. No hay ninguna duda. Ahora tenemos un problema con la
marca blanca. La marca del distribuidor que se vende a precios muy baratos
Josep Ferrer sala | Freixenet
castiga al payés porque la uva se le paga más barata... Es una desgracia para
todo el mundo. Y a veces también lo exportan. Llegan productos a unos pre-
cios irrisorios, sobre todo a mercados grandes como Inglaterra. Nosotros, con
la marca Freixenet, no producimos marca blanca, pero hemos decidido que
una de las antiguas empresas del grupo Rumasa, Castellblanc, que hace muy
buen producto, pueda producir la marca blanca. La distribución manda y do-
mina. La distribución viene y dice: “Quiero un producto que valga tanto, un
precio muy barato”, y tienes que hacérselo.
Cómo fraguar la excelencia de una marca
