KNOW. Novedades Jurídicas y Fiscales nº86 - Febrero 2020

© 2020 KPMG Abogados S.L.P. sociedad española de responsabilidad limitada profesional y firma miembro de la red KPMG de firmas independientes afiliadas a KPMG International Cooperative (“KPMG International”), sociedad suiza. Todos los derechos reservados. 3 Nº 86 – Febrero 2020 KNOW Tax&Legal Enfoque fiscal Alberto Estrelles Domingo Partner Abogados Leadership KPMG Abogados, S.L.P. Por un sistema fiscal español del siglo XXI Cuánta razón tenía Benjamín Franklin cuando decía que en la vida no hay nada más cierto que la muerte y los impuestos. Estos segundos están permanentemente en las agendas políticas de nuestros gobernantes. Muchas veces me he planteado si la aspiración de tener un sistema fiscal justo, equitativo, eficaz, estable, bien calibrado y moldeable para ir dando soluciones ágiles a todo lo nuevo y recaudar lo que se necesite en cada momento es pura utopía o podría ser una aspiración legítima de una sociedad moderna y democrática. La experiencia vivida en España hasta ahora no me permite ser muy optimista, y más bien confirma que el sistema fiscal es un recurso cortoplacista utilizado con fines políticos e intervencionistas, pero quiero pensar que podamos aspirar un cambio a mejor. ¿Se imaginan un modelo fiscal alejado de los planteamientos partidistas y del ventajismo político? ¿Un sistema que aspirase a la ‘ fair taxation ´ y sometiese a un gravamen justo y sin fisuras todas las capacidades contributivas, en modo predecible, estable y confiable y que no cambiase decenas de veces en cortos periodos de tiempo? Y con la capacidad de adaptar su potencia recaudatoria a las exigencias del gasto público y la inversión en cada momento coyuntural, pero ello sin necesidad de transformar sus bases y estructura, modulando básicamente los tipos de gravamen. Yo estoy convencido de que es viable si se tuviese altura de miras y se dejase trabajar a los expertos sin condicionantes políticos y oportunistas. Esto exigiría entender que el sistema fiscal de un país es eso, un “sistema” donde cada componente afecta a los demás. Y por ello debe tratarse holísticamente, y no parche tras parche. Además, representa un reto adicional el encaje de los tres niveles de la Administración tributaria española: el estatal, autonómico y local, dando a cada uno lo suyo pero evitando redundancias y duplicidades que graven un mismo hecho imponible a varios niveles. Una empresa de esa magnitud solo podría conseguirse alcanzando un amplio consenso que permitiera configurar un sistema tributario en España acorde a nuestra realidad del siglo XXI. En mi opinión, el nuevo modelo debería descansar sobre los siguientes ejes. Una reforma integral de la tributación empresarial, donde el paradigma no sea exclusivamente el beneficio contable, sino otras realidades derivadas de la nueva forma de operar de las empresas o la situación de las grandes multinacionales. Deben perseguirse impuestos eficaces, que marquen con estabilidad las reglas de juego de las empresas y donde la doble imposición quede absolutamente proscrita. Y para ser competitivos y eficientes nuestro país no debe quedarse con un modelo fiscal que desincentive la inversión extranjera y pueda dificultar la competitividad e internacionalización de las empresas españolas. Y todo ello en un escenario donde seguramente se legislará más a nivel europeo que en el propio Estado. Un cambio estructural en los impuestos que gravan a las personas físicas. La ecuación contribuyente=votante abona la tentación de ganar votos ajustando las normas fiscales, y eso no es nada bueno. Además, tenemos un IRPF asentado en tipos muy altos (que previsiblemente se van a incrementar más), que afectan fundamentalmente a las rentas del trabajo y un esquema de fiscalidad del ahorro siempre sujeto a la incertidumbre, que es lo más desincentivador para un ahorrador. Adicionalmente se añade una multitud de impuestos descoordinados entre sí (entre otros, Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, IRPF, IBI y plusvalías municipales, etc.). Todo ello, sin olvidar la necesidad de afrontar el problema de las pensiones, donde una palanca de solución pasa por incorporar hábitos de ahorro en los españoles durante su vida activa, para lo cual el incentivo fiscal es esencial. Sin duda este incentivo puede ser modernizado y completado, para premiar el esfuerzo ahorrador a largo plazo de las familias, que tantos beneficios aporta cuando las cosas se ponen difíciles en el país, lección a aprender de la última gran crisis económica.

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